lunes, enero 31, 2011

La dulzura de lo iNNhóspito


Elegancia desértica y despreocupación ante el caos, consumir, adquirir y comprar con desenfreno para callar la nostalgia despampanante de lo que no volverá.


Suntuosidad de la PAUSA, en tiempo y espacio donde la seda cae con cautela y el polvo baila con recato.


 
Existencia de los cuerpos, desde ellos y para ellos, nace así el esplendor cautivo de la sofisticación, que emana hacia el medio desolado, lúgubre y devastado.

 

Es recuerdo cargado de añoranza. La nueva generación vive para empezar de nuevo en un ciclo finito. Es flora silvestre que crece entre las piedras, con pétalos de neón y tallo de carcajada, recordatorio de lo bueno de vivir, de lo bello, del escándalo regocijante, de la dicha de lucir el lujo resplandeciente en un contexto de vacío apabullante, que a nosotros se muestra como un sinfín de posibilidades para la renovación y el cambio.




 

Agua cristal que resbala entre mano sedientas, rodeadas de humo sofocante y vaporoso, pesado, cargado de polvo gris recuerdo, malva reproche y marrón olvido.

 
Aridez en los campos, donde sobresaltan flores alargadas fluorescentes en cápsulas acrílicas que las protegen de los rayos ocre avejentado. La Luz actual es vieja, los rayos una vez dorados son ahora estelas de bronce, oro viejo y oxidado, tonos tierra transparentes, remembranza de una luz que ha viajado a otra realidad.



La nostalgia se materializa en forma de humedad abrasadora, visible en destello de cristal cortado. El cielo vacío, negro e infinito; diminutas luces de pureza colorida, gotas de neón próximas a precipitarse creando sonidos cautivadores al contacto con las grietas del concreto. El conjunto de gotas cromáticas dotan al barro seco y la arena sedimentada de plástica espontánea, como si el destino se llamara Rothko o Pollock. Tinta cósmica desgastada, vacía su ímpetu en fango de colores.


 
 


Neblina que en otra realidad es siniestra, aparece como algodón azucarado volátil y etéreo, postrada sobre suelo firme. Estructuras fibrosas avanzan hacia nosotros como en invitación cínica de ser probadas. Su sabor inexplicable, posible combinación de destello de cristal y dulzura tersa nos evoca a un lugar antes recorrido, campos oleados con vientos flotantes que se traducen en la bella danza de lo inmaterial.

...Melancolía PoP

Fotografías de Stefano Bonazzi
Texto NN

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